De las certezas más reveladoras que nos ha entregado este tiempo sobresale la de que el mundo ha cambiado. Antes de la pandemia era difícil percibirlo, pero ahora ha quedado en evidencia. A partir de la última década del siglo XX diversos eventos se han precipitado de manera imprevisible transmutando la realidad. Esta transformación hace mella en todos los órdenes del acontecer humano: desde el tipo de trato que damos a nuestros congéneres hasta la manera de entender cómo gestionamos la vida política. En otras palabras, el cambio ha venido a cuestionar nuestros modelos y roles sociales poniendo bajo la lupa los modelos de democracia que, viniendo del pasado, preponderan globalmente. La economía no escapa a la discusión que, dentro del enorme abanico de interrogantes planteados, revisa el funcionamiento de las premisas con las cuales nos habíamos manejado antes de este presente convulso. En el centro del debate se inscribe la tecnología digital. Ella con sus potencialidades, vicios y virtudes nos ha transformado. Resistirla, mirar hacia otro lado, o no admitir su influjo renovador no nos libra de su abrazo envolvente, de su poderosa influencia. La industria financiera es un reflejo notorio de lo que es este cambio sustancial. Lo que antes hacíamos de forma presencial y a un costo mayor en tiempo e inversión personal, ahora lo resolvemos de forma inmediata: prestamos online, micropréstamos, reunificación de deudas, etc., son ahora más asequibles y se logran desde la placidez del hogar, en España finguru es el mejor ejemplo.
¿Cómo ha afectado la crisis del COVID-19 nuestro vivir?
El cambio producido en todas las esferas de la vida pública por la pandemia desmontó el espacio de seguridades que vivíamos desde la segunda mitad del siglo XX. La economía venía sufriendo crisis globales desde finales de la primera década de este siglo, la era COVID hace irrebatibles las consecuencias de este malestar económico acumulado:
- Desempleo en auge,
- Caída del producto interno y de las rentas,
- Políticas de austeridad,
- Disminución en las cuentas públicas de los gobiernos,
- Rebaja de inversión en políticas sociales.
Todos esto que ha afectado la estructura económica global también repercute en el ámbito político de los sistemas democráticos la ilustración digital y, por descontado, en los ciudadanos.
El Reconocimiento de las oportunidades
Pero, como siempre ocurre, es necesario comprender cuál es la dimensión que da sentido a estas vicisitudes de la vida moderna, cuál es su contraparte positiva. Necesitamos extraer luces de lo que nos afecta y eso pasa por educarnos financieramente, pero sobre todo por instruirnos digitalmente. Para ello debemos ejercer el reconocimiento. Reconocimiento de que,
- El mundo se ha transformado
- Las formas de trabajo cambian y se solapan con las tradicionales
- Las instituciones están timoneando hacia otras aguas, y
- Los beneficios solo se producen cuando se entiende y se reconoce el cambio.
La pandemia de COVID-19 ha puesto las cartas sobre la mesa. La tecnología reclama nuestra atención porque a través de ella emanan oportunidades. A diario surgen nuevas ideas, diferentes formas de comerciar, y evidencia que estamos en un campo parcialmente explorado, los negocios, las ofertas, la flexibilidad reciente del manejo financiero, requiere de una actitud positiva, un enfoque en el cambio, un reconocimiento sincero y genuino de lo que acontece.
Necesitamos explorar, buscar información veraz que permita educarnos y renovar, con acierto, todas las posibilidades al alcance para escalar efectivamente hacia nuestras metas. Tecnología y finanzas, de nuevo unos aliados indispensables.
